Alex Vanegas se aferra a una reja de hierro y su memoria lo regresa a la celda donde pasó los últimos cuatro meses. Aunque a fines de febrero obtuvo la libertad condicional, aún se siente preso porque no puede salir de su casa, visitar amigos, ni ver el sol.
“Toda Nicaragua es una cárcel”, dijo en una entrevista con The Associated Press el hombre de 62 años y figura menuda, a quienes muchos llaman “el Forrest Gump nicaragüense”. Igual que el personaje que el estadounidense Tom Hanks encarnó en 1994, Vanegas se hizo famoso por correr.
Vanegas había competido en varios torneos de atletismo, pero se retiró por problemas de salud al cumplir 46. Quince años después en abril, cuando los primeros universitarios comenzaron a ser baleados por la policía durante las protestas estudiantiles contra el gobierno de Daniel Ortega, el hombre salió del letargo.
“El 20 de abril estaba mirando la televisión y vi morir a Alvarito Conrado (un estudiante de 15 años que falleció por un impacto de bala en el cuello cuando llevaba agua a los universitarios atrincherados). Me llené de enojo y decidí correr como una forma de liberar esa rabia y esa tristeza”, relató.
“Comencé a correr alrededor de las rotondas de Managua. Primero daba una vuelta por cada muchacho asesinado… después fueron 10, 20, 30. Y como cada día aumentaban los muertos, yo daba más y más vueltas”, agregó.
La gente pasó del asombro a la admiración y “el maratonista” empezó a recibir regalos de manos anónimas: gorras, banderas, botellas para el agua y hasta un par de zapatos de tenis. La prensa lo exhibía como un símbolo de la rebeldía que se propagaba por el país.
“Corro para correr (sacar) a Ortega”, decía una de sus conocidas playeras que, al igual que sus teléfonos celulares, eran decomisados por la policía cada vez que lo arrestaba. También le quitaron decenas de banderas de Nicaragua, que por ser usadas en las manifestaciones opositoras se han convertido en un emblema subversivo.
El “maratonista” fue uno de los 100 presos que salieron bajo libertad condicional el 27 de febrero. Ese mismo día Ortega reanudó un diálogo con la opositora Alianza Cívica, donde después de cinco intensas reuniones aún no han aprobado la agenda de la negociación.
Vanegas cree que el diálogo será un proceso muy difícil “porque la reconciliación no se impone por decreto y este gobierno ha cometido crímenes de lesa humanidad”.