Manny Pacquiao ha desafiado los pronósticos desde que era un adolescente en las Filipinas, cuando introducía metales en sus bolsillos en las ceremonias de pesaje para no quedar como un debilucho.
Casi un cuarto de siglo después, Pacquiao sigue dando batalla.
Se subirá a un cuadrilátero el sábado para medirse contra Adrien Broner, en una pelea que podría determinar su futuro. Ávido de enfrentarse por segunda vez con Floyd Mayweather, Pacquiao se pondrá a prueba ante un rival más joven y talentoso, alguien que también tiene mucho que demostrar.
Ya tiene 40 años, una edad en la que los boxeadores están de retirada, en la que buscan con cuidado sus oponentes. Pacquiao no solo se mantiene activo, sino que tiene la disposición de pelear contra uno de 29 años que se ve como una versión más joven de Mayweather.
Y no parece alarmarse por la posibilidad de una derrota.
“Aún tengo el instinto asesino y la ambición en mi mirada es la misma”, dijo Pacquiao. “Esa agresividad, el interés en esta carrera está intacto al ciento por ciento. La velocidad y pegada está intacta”.
Aunque Pacquiao asoma como favorito, el pelear a esa edad suele dejar en evidencia a un boxeador en el sitio menos deseado. El ring.
Y es que Broner (33-3-1, 24 nocauts) ha cumplido con su parte para promover la pelea con su actitud provocadora y exhibiendo fajos de dinero como su mentor, Mayweather. Pero se ha expresado con respeto sobre Pacquiao.
“Es una leyenda”, dijo Broner. “Siempre será reconocido como uno de los mejores del boxeo. Pero solo que creo que ha llegado mi momento de ser el número uno y vengo a apoderarme del trono de Pacquiao”.