Un día después de cancelar su aparición en la ceremonia del Vía Crucis (“Vía Crucis”), el Papa Francisco, vestido de blanco, llegó en silla de ruedas poco antes del servicio. El Vaticano había confirmado ese mismo día que asistiría.
Después del rito de la luz en una basílica sumida en la oscuridad para simbolizar el paso de la muerte a la vida de Cristo, Francisco pronunció una homilía de diez minutos en italiano, hablando sin ninguna dificultad excesiva.
Se pronunció contra “los muros del egoísmo y la indiferencia” en el mundo y lamentó “todas las aspiraciones de paz destrozadas por la crueldad del odio y la ferocidad de la guerra”.
Más adelante en el servicio bautizó a ocho adultos. Al final del servicio de dos horas y media, mostró pocos signos de fatiga y se tomó el tiempo para saludar y bendecir a algunos de los fieles reunidos detrás de las barreras, que avanzaban por el pasillo principal de la basílica.
Misa de Pascua se transmitirá en vivo
La Misa de Pascua del domingo y la bendición “Urbi et Orbi” que le sigue se transmitirán en vivo en todo el mundo.
En un breve comunicado el viernes, el Vaticano afirmó que “para preservar su salud antes de la vigilia de mañana y de la misa del Domingo de Resurrección, el Papa Francisco realizará esta tarde el vía crucis en el Coliseo desde la Residencia Santa Marta”, donde vive.
La decisión de último minuto (la silla del Papa ya estaba colocada para la procesión) y la falta de detalles en la declaración aumentaron las dudas sobre su salud y las preguntas sobre cuánto tiempo podrá continuar liderando la Iglesia Católica y sus 1,3 mil millones de seguidores.
Dudas crecientes
“El Vía Crucis de un Papa frágil”, tituló el sábado el diario italiano La Stampa, mientras Il Messaggero hablaba de una “renuncia a Francisco”. Una fuente del Vaticano dijo el viernes a la AFP que “no había ninguna preocupación particular” por su salud y que la decisión de retirarse había sido “simplemente una medida de precaución”.
El jesuita argentino también había cancelado su participación en el “Via Crucis” de 2023, pero esto se produjo tras una estancia hospitalaria de tres días por bronquitis, y fue anunciado con mucha antelación. Semanas después, fue operado de una hernia.
La Semana Santa es un pilar del calendario católico e implica una serie de ceremonias previas al propio Domingo de Pascua. Hasta el viernes, el Papa había asistido a sus diversos compromisos a lo largo de la semana, pero últimamente parecía cansado y en ocasiones había delegado sus funciones de orador en colegas.
En particular, se saltó una homilía hace una semana cuando presidía la misa del Domingo de Ramos en la Plaza de San Pedro, reemplazándola con un momento de silencio y oración, aunque pronunció oraciones antes de hacer un llamado a la paz al final de la misa.
Cargada agenda
La Semana Santa, que culmina con el Domingo de Pascua que marca la resurrección de Cristo, es una parte importante del calendario católico, y sus numerosas ceremonias son una especie de maratón para un octogenario que ha estado viajando a compromisos en silla de ruedas durante dos años.
Francisco, que nunca toma vacaciones, hizo su último viaje en septiembre a la ciudad de Marsella, en el sur de Francia. En diciembre, canceló una asistencia muy esperada a la cumbre climática COP28 en Dubai. Su próximo viaje programado es a Venecia el 28 de abril. El Vaticano aún no ha confirmado un viaje planificado a naciones de Asia y el Océano Pacífico para este verano.
Anteriormente, Francisco había dejado la puerta abierta a dimitir si ya no podía realizar el trabajo. Esto seguiría el ejemplo de su predecesor inmediato, Benedicto XVI, quien en 2013 se convirtió en el primer Papa desde la Edad Media en hacerse a un lado voluntariamente.
Pero en unas memorias publicadas este mes, Francisco escribió que “no tenía ninguna causa lo suficientemente grave como para hacerme pensar en dimitir”. La dimisión es una “posibilidad lejana” que sólo estaría justificada en caso de “un grave impedimento físico”, escribió.
Por AFP**