Demócratas y republicanos reanudaron el lunes sus negociaciones sobre la seguridad fronteriza a fin de evitar otro cierre del gobierno, pero reinaba el pesimismo luego que el diálogo fracasó durante el fin de semana.
El fracaso de las conversaciones se dio ante la exigencia demócrata de que el gobierno limite la cantidad de migrantes que puedan detener, y ante discrepancias sobre cuánto dinero asignar al muro que el presidente Donald Trump quiere construir en la frontera con México.
El plazo para llegar a un acuerdo se cumple el viernes a la medianoche. De lo contrario habrá otra parálisis de las funciones federales debido a falta de fondos.
Sobrela mesa estaba también una propuesta de limitar las actividades del Servicio de Inmigración y Aduanas (ICE por sus siglas en inglés), que los demócratas acusan de excesos y que los republicanos alaban como ejemplo de una política dura hacia los inmigrantes.
El domingo Trump acusó a los demócratas de ser responsables del fracaso de las negociones al tuitear: “¡Los demócratas no quieren que detengamos ni que deportemos, a los inmigrantes criminales! ¡Esta es una exigencia nueva! ¡Una locura!”.
La disputa sobre el ICE refleja los valores de cada uno de los dos partidos en cuanto a la inmigración. Los republicanos favorecen una rígida implementación de las normas migratorias y no quieren relajarlas si los demócratas no les dan dinero para construir el muro fronterizo. Los demócratas consideran el muro una idea anticuada, ineficaz e incluso racista y, a cambio de más dinero para seguridad fronteriza, quieren límites a los que consideran actividades innecesariamente implacables del ICE.