Una huelga general en 48 maquiladoras de Matamoros, en la frontera con Estados Unidos, está a punto de generar aumentos de sueldo para obreros que ganan menos de un dólar la hora ensamblando repuestos de autos y televisores que son exportados a Estados Unidos y causando nerviosismo en la comunidad empresarial.
La batalla laboral estalló a mediados de enero, después de que el presidente Andrés Manuel López Obrador ordenase duplicar el salario mínimo en las zonas de la frontera, aparentemente sin saber que algunos contratos sindicales en las maquiladoras están indexados a los aumentos en el sueldo mínimo. El decreto presidencial motivó una ola de huelgas que abarcó a unos 25.000 trabajadores.
Las maquiladoras dicen que las huelgas ponen en peligro la misma existencia de una industria que atrajo a unas 5.000 plantas de propiedad extranjera y generó 2 millones de empleos pagando sueldos muy bajos.
Líderes sindicales aseguran que esos temores son exagerados y señalan que los obreros de las plantas de la frontera ganan mucho menos que los de Estados Unidos.
Menos de una semana después de que empezasen las huelgas, la mayoría de las plantas de exportación de Matamoros 19 de un total de 34 fábricas aceptaron las exigencias de los sindicatos, que se apuntaron una inusual victoria gracias en buena medida a algo que el presidente probablemente no buscó.
Luego de asumir la presidencia el 1ro de diciembre, López Obrador duplicó el sueldo mínimo a lo largo de la frontera, al equivalente a 9,28 dólares diarios. Las maquiladoras pagan un promedio de 7,70 dólares diarios y los obreros se declararon en huelga para reclamar que se aplicase el aumento del 20% a sus salarios, incluso a aquellos con sueldos superiores al salario mínimo. Exigieron asimismo una bonificación de casi 100 dólares.
“A lo mejor no midió lo que estaba plasmado en los contratos colectivos”, expresó Javier Zúñiga, un militante del sindicato de mineros que ayudó a coordinar la huelga. “El presidente actuó de buena fe, pero no midió el impacto que iba a tener en los contratos colectivos, en beneficio, esta vez, de los trabajadores”.
Desde la década de 1990 muchas empresas de Matamoros firmaron contratos indexados a los aumentos en el salario mínimo. Era una forma de mantener los sueldos bajos, dado que en años previos generalmente se daban aumentos equivalentes a la tasa inflacionaria.
Otras ciudades de la frontera con plantas de ensamblaje, como Tijuana y Ciudad Juárez, “no tienen este punto” en los contratos, señalo Quintero. “Pero lo que va a pasar es que los trabajadores van a exigir su aumento a 176 pesos”, el nuevo sueldo mínimo, equivalente a menos de dos dólares, manifestó.