Era el año 2005. Nadie tenía un iPhone ni había tuiteado jamás. Facebook no era parte de la vida cotidiana.
Y aquélla fue la última vez que LeBron James se ausentó de la postemporada en la NBA.
Los Lakers de Los Ángeles no están todavía matemáticamente eliminados de los playoffs, pero lo estarán pronto. Y por primera vez en 14 años, la postemporada comenzará sin James.
Será además la primera vez en nueve años que la final de la NBA se realice sin tener a James como protagonista.
Así que el receso previo a la próxima campaña se avizora largo para el astro. No es lo que él había previsto.
“Es desafiante”, dijo James sobre la situación actual de los Lakers “pero en cierto modo yo sabía en lo que me estaba metiendo”.
Eso no es verdad al 100%. James sabía que sería difícil, pero no pudo haber pronosticado algo así, dado que la otra campaña de su vida con foja perdedora se remonta a 2003-2004, cuando era un novato.
Lo que James muy probablemente desconoce es qué sigue en su carrera. Nadie lo sabe. El receso deparará cambios en el plantel. Rob Pelinka y Magic Johnson buscarán cotizados agentes libres para que acompañen a James.
Y no sería raro que los Lakers decidieran que Luke Walton no representa ya la mejor opción como entrenador.
Pero evidentemente, la clave para los Lakers en la temporada 2019-20 estará en James. El desgaste de ocho finales consecutivas ha concluido. La estrella tendrá seis meses para descansar, recuperarse, recomponerse, sanar, pensar, planificar y prepararse.
Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que tuvo esa oportunidad. Y tal vez la necesita más que nunca en este punto de su carrera.