La sequía es historia: California está bañada en agua y sus montañas cubiertas de nieve como consecuencia de un invierno lluvioso, de temperaturas bajas, que era inimaginable hace pocos meses.
Las condiciones de sequía han desaparecido prácticamente y las colinas cuya vegetación había sido consumida por incendios están cubiertas de una verde vegetación. Además, ha nevado en los suburbios del sur de California, habitualmente templados y donde las temperaturas bajas han hecho aflorar abrigos y bufandas.
De hecho, por primera vez en los más de 140 años en que se lleva la cuenta, el centro de Los Ángeles no registró temperaturas superiores a los 21 grados centígrados (70 Fahrenheit) en febrero.
También esta semana, una tormenta de dos días inundó partes de la zona de viñedos al norte de San Francisco e hizo que las aguas del río Russian alcanzasen a su nivel más alto en 20 años.
Nada de esto se vio venir. En octubre mismo el Centro de Pronósticos Climáticos de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica anticipó temperaturas por encima del promedio en la parte occidental de Estados Unidos, más sequías en el sur de California y posibilidades de lluvia de un 50% en el resto del estado.
Esto cambió abruptamente al mes siguiente, en que el centro pronosticó altas posibilidades de más lluvias que lo normal en la región occidental y el probable fin de la sequía en buen parte del estado.
Las tormentas no tardaron en llegar.
Un temporal sacudió la Sierra Nevada y dejó caer grandes cantidades de nieve. En las laderas orientales, por ejemplo, las montañas Mammoth han recibido 14,5 metros de nieve en su pico en lo que va de la temporada invernal.
Si bien alteran el tráfico, las tormentas alimentaron las reservas de agua del estado, con el deshielo de la nieve de la Sierra Nevada que va a parar a embalses durante la primavera y el invierno.
El Departamento de Recursos del Agua de California informó el jueves que la acumulación de nieve en la Sierra es un 153% del promedio hasta la fecha.