Mucho antes de que el ciclón Idai causara estragos en la ciudad costera de Beira, en Mozambique, su alcalde soñaba con formas de proteger a su gente del cambio climático.
Era un enorme desafío. Grandes sectores de esta ciudad de 500.000 residentes están debajo del nivel del mar, en una costa que según los expertos es una de las más vulnerables del mundo a la crecida de las aguas como consecuencia del calentamiento del planeta.
Con apoyo del Banco Mundial, en el 2012 se aprobó un proyecto de 120 millones de dólares para proteger de las aguas el centro de la ciudad, con edificios estilo art deco, y precarios barrios pobres. Una red de canales de drenaje y cuencas de contención de las aguas serpentean entre la playa y barrios cenagosos.
Representaban “el fin de los padeceres de la población”, afirmó el alcalde Daviz Simango al completarse la primera fase del proyecto el año pasado.
Pero “Dios cambió sus planes y nos trajo un ciclón”, dice ahora Simango.
El temporal del 14 de marzo trajo nuevos niveles de sufrimiento a Beira, con imágenes de destrucción que preocupan más todavía a una ciudad ya alarmada por su supervivencia.
“Estábamos realmente bien preparados para desastres como inundaciones”, dijo Simango a la Associated Press.
El nuevo sistema funcionó a la perfección en las inundaciones de hace dos meses, de acuerdo con el alcalde, un ingeniero electrónico que supervisó personalmente las obras. Los residentes le dijeron que ya no necesitaban dormir en las mesas.
El ciclón fue algo distinto. Con vientos de 240 kilómetros por hora, destruyó edificios pensados para resistir la mitad de esa intensidad. “El ciclón acabó con todo lo que construimos a lo largo de 100 años”.
Fue doloroso ver el brusco giro del ciclón en dirección a Beira, según personal del Banco Mundial involucrado en el proyecto que estuvo en contacto con gente de Beira hasta que se cortaron la luz y las comunicaciones.
El alcalde dijo que era injusto que las naciones africanas estuviesen tan expuestas cuando no hicieron nada por contribuir al calentamiento global. Los países ricos, industrializados, son los que producen el grueso del dióxido de carbono y otros gases que están calentando el planeta mediante la quema de carbón, diésel, gasolina y combustible de aviones.
Simango dice que la comunidad internacional debe ayudar al África, pero que los líderes del continente deben a su vez combatir la corrupción y no quedarse con la ayuda que les envían.