Tras su rescate en Mérida, Yucatán, México, en 2013, los hijos del matrimonio Barreda Siekavizza, Roberto José y María Mercedes, han sido vistos en público en pocas ocasiones, pero este jueves vuelven a ser noticia, tras la muerte de su padre, Roberto Barreda, a causa del Covid-19.
La infancia de estos chicos no ha sido fácil, pues vieron por última vez a su mamá, Cristina Siekavizza, el 6 de julio de 2011, cuando tenían 7 y 5 años, respectivamente.
El mayor habría sido testigo de las agresiones que ella recibió ese día por parte de su esposo, las cuales, según la hipótesis del Ministerio Público, habrían provocado su muerte.
Estuvieron, además, durante más de dos años con su papá, quien se los llevó a aquella ciudad mexicana, donde permaneció oculto, tras ser considerado el principal sospechoso de la desaparición y posible femicidio de su cónyuge.
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La nueva pérdida
Luego de ser localizados por las autoridades, los pequeños quedaron en custodia de sus abuelos paternos, quienes ahora analizan la mejor manera de apoyarlos para superar el deceso de su padre.
Juan Luis Siekavizza indicó que han tratado de brindarles a los chicos las mejores condiciones para su desarrollo físico y emocional, de tal forma que puedan progresar en su vida y lleguen a ser adultos productivos y de utilidad para la sociedad.
Producto de esto, Roberto José, el hijo mayor del matrimonio, obtuvo un reconocimiento en junio de 2019.
En aquel entonces se anunció que representaría al país en la novena edición de la Competencia Nacional de Microsoft Office Specialist, que se llevó a cabo en Nueva York, del 28 al 31 de julio de aquel año.
¿Justicia divina?
El padre de Cristina Siekavizza aseguró que aunque no desea ningún mal a nadie, la muerte de Barreda podría considerarse justicia divina.
Pese a esto, indicó que cuando supo acerca de que este había contraído el Covid-19 y estaba hospitalizado, nunca pasó por su mente que se tratara de “un castigo de Dios”, pues hubiera querido que saliera de ahí y enfrentara el juicio por la desaparición de su hija.
Uno no sabe por qué Dios dispone las cosas de cierta manera. Al final, solo somos espectadores de los acontecimientos”, expresó.
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