Catorce combatientes proiraníes murieron en bombardeos estadounidenses en el este de Siria, en represalia por un ataque con drones que mató horas antes a un norteamericano e hirió a otros seis.
Un contratista estadounidense falleció y cinco soldados igualmente norteamericanos resultaron heridos cuando un dron explosivo “de origen iraní” golpeó una instalación de mantenimiento de una base cerca de Hasaké, en el noreste de Siria, indicó el Pentágono en un comunicado.
En respuesta, el secretario norteamericano de Defensa, Lloyd Austin, dijo que por indicación del presidente Joe Biden ordenó “ataques aéreos de precisión en el este de Siria, contra instalaciones utilizadas por grupos afiliados al cuerpo de los Guardianes de la Revolución” iraníes.
El Observatorio Sirio de Derechos Humanos, una oenegé con sede en Reino Unido y dotada de una amplia red de informantes en Siria, informó que 14 personas murieron por los bombardeos estadounidenses, incluido nueve sirios.
Los ataques estadounidenses tuvieron como objetivo un depósito de armas en la ciudad de Deir Ezzor, y mataron a seis combatientes proiraníes.
Grupos proiraníes instalados cerca de la ciudad de Al Mayadin dispararon tres misiles cerca de una base estadounidense.
Dos de ellos golpearon el mayor campo de petróleo de Siria, Al Omar, donde se encuentra la base estadounidense, pero sin causar daños. El tercero impactó contra un casa cercana.