Ya no hay humo de cigarrillos, puros y pipas. Desaparecieron las manchas de café, gaseosas y pizzas. Con pocas excepciones, el Centro de Control de la NASA en la era de las naves Apolo fue restaurado para que se vea como hace 50 años, cuando dos hombres pisaron la Luna.
Sentado en la misma consola donde dirigió las misiones de las Apolo 11, la Apolo 13 y otras más, Kranz hizo notar que faltaba el teléfono que tenía detrás suyo. Y que los conductos de ventilación estaban ennegrecidos por todo el humo de cigarrillos, no inmaculadamente limpio como ahora.
Ese par de detalles lo transportaron en un abrir y cerrar de ojos al 20 de julio de 1969, al momento en que alunizaron Neil Armstron y Buzz Aldrin.
“Cuando me siento aquí y estoy en la consola, escucho estas palabras: ‘Houston, aquí la base Tranquilidad. El Águila se ha posado’”, dijo Kranz durante una visita al Centro Espacial Johnson de la NASA.
Con todos esos asientos vacíos, la sala le recuerda los cambios de guardia, cuando los controladores iban al baño.
“Es lindo ver como esto vuelve a la vida”, dijo Kranz, quien tituló su autobiografía “El fracaso no es una opción”.
La reapertura del viernes, a tres semanas del 50mo aniversario del alunizaje, corona años de trabajo y de donaciones de millones de dólares. El público podrá visitar el lugar a partir del lunes.
Meticulosamente recreado, incluida la alfombra marrón, el empapelado de las paredes mezcla de verde y gris, el techo blanco, asientos con colchonetas, ceniceros de vidrio amarillos y tazas de café retro, el Centro de Control de Operaciones de la Misión Apolo nunca se vio, y olió, tan bien.
El objetivo era “reproducir el aspecto y el ambiente de julio del 69”, dijo el director del proyecto de restauración de la NASA Jim Thornton. “Este es un Monumento Histórico Nacional. Y no por los ladrillos y el cemento del edificio, sino por los logros asombrosos que hubo adentro del edificio”.
La funcionaria a cargo de la preservación histórica, Sandra Tetley, quiso ser lo más precisa posible. Comenzó a trabajar en el proyecto en el 2013, cuando la sala había caído en el olvido. Fue usada por última vez con los transbordadores espaciales de los años 90, luego abandonada antes de ser abierta al turismo.
La restauración tomó impulso en el 2017. La sala fue cerrada y empezaron las obras. Se recaudaron más de 5 millones de dólares, la mayoría producto de donaciones. La ciudad de Webster, cruzando la calle, aportó 3,5 millones.
Tetley y su equipo entrevistaron a los controladores y a los directores de vuelos, hoy setentones y ochentones. Examinaron fotos viejas y consultaron a especialistas en pintura, empapelado, alfombras, electricidad y albañilería.
Decididos a darle un sabor auténtico a la reconstrucción, buscaron en eBay y en negocios de cosas viejas ceniceros y tazas y apelaron a impresiones de láser 3D para reproducir tapas para los ceniceros de la jaula de vidrio para visitantes.
Se ordenaron alfombras idénticas y las cortaron en cuadrados de 180 centímetros cuadrados (28 pulgadas cuadradas). Se le dio aspecto de usada para que la recreación fuese más realista.
Y, sí, Kranz consiguió su teléfono de pared viejo.
“Peleé para que me diesen todo”, dijo Tetley. “Es una recreación históricamente fiel”.
Las consolas verdes fueron transportadas en camión el museo de la Cosmósfera en Hutchinson, Kansas, para ser renovadas. Les extrajeron colitas de cigarrillos y envoltorios de chicles.
El esfuerzo no fue en vano. Algunos controladores de vuelo estaban tan conmovidos por la recreación que lagrimearon.
“Ahí supimos que habíamos hecho las cosas bien”, dijo Tetley.
Los controladores se reúnen todos los años para celebrar el aniversario, aunque cada vez quedan menos.
Y se sienten felices de haber ayudado a reconstruir el centro de control.