Nieves Ribullen, un obrero petrolero en Venezuela que está harto de ver como su país se desmorona, fue a buscar un mejor futuro en una tierra sumamente lejana: la región kurda de Irak.
A lo largo de los años ha visto como sus compañeros abandonan los míseros sueldos y las peligrosas condiciones de trabajo en las dilapidadas refinerías de Punto Fijo, en la costa venezolana, buscando mejores oportunidades en tierras distantes como Kuwait, Angola y Chile.
Ahora le toca a él. Dejará a su esposa y tres hijos y se irá a la región kurda, donde espera ganar más de 3.500 dólares al mes, una fortuna comparado con menos de 20 dólares que trae a la familia cada mes, en medio de la creciente inestabilidad de Venezuela.
“Me alcanza nada más para comprar un kilo de carne y un pollo para un mes”, afirmó Ribullen. “Estamos en caos”.
El líder opositor Juan Guaidó ha recibido el apoyo de los venezolanos descontentos y de unos 40 países que ahora lo reconocen como el presidente legítimo de Venezuela.
Sin embargo, el éxodo de trabajadores del sector petrolero significa que la producción de crudo del país que ya está en su mínimo de siete décadas probablemente no se recuperará en el corto plazo aun si son levantadas las sanciones económicas estadounidenses y sube al poder un gobierno afín al empresariado.
Venezuela era otrora uno de los cinco mayores productores de petróleo del mundo y producía 3,5 millones de barriles diarios en 1998 cuando Hugo Chávez fue elegido presidente y empezó la llamada “Revolución Bolivariana”. Hoy la empresa estatal PDVSA produce menos de un tercio de eso. Los críticos lo atribuyen a la corrupción y la mala gerencia por parte del régimen socialista.
Lo que es peor, la producción disminuirá aún más ya que Estados Unidos impuso nuevas sanciones contra PDVSA y su filial estadounidense Citgo a fin de privar al gobierno de Nicolás Maduro de más de 11.000 millones de dólares en exportaciones.
Los trabajadores petroleros venezolanos comenzaron a salir del país en 2003, poco después de que Chávez despidió a miles de ellos nombrándolos directamente en televisión nacional en represalia por una huelga que paralizó la producción. Los trabajadores petroleros acusaban a Chávez de violar las normas democráticas y Chávez a su vez los acusaba de golpistas.