Los descarados asesinatos en Río de Janeiro el 14 de marzo del año pasado generaron protestas masivas e indignación generalizada en el país sudamericano. Aunque la policía interrogó a muchas personas nadie hasta ahora había sido detenido o acusado por los homicidios.
Los dos sospechosos son expolicías y fueron puestos bajo custodia el martes, dijo un vocero policial dijo a The Associated Press que habló bajo la condición reglamentaria de anonimato.
La policía identificó a los sospechosos como Ronnie Lessa y Elcio Vieira de Queiroz. Las autoridades presumen que Lessa le disparó a Franco mientras que De Queiroz supuestamente conducía el auto utilizado para cometer el crimen, dijo el vocero.
Franco, que era negra y lesbiana, criticaba frecuentemente la violencia policial, sobre todo en las favelas. Ella creció en uno de los barrios más rudos de Río de Janeiro y contrastaba con la imagen de los políticos en Brasil, en su mayoría hombres blancos.
Se convocaron marchas para el jueves, en el aniversario de su muerte.
Policías y políticos en el estado de Río de Janeiro han estado bajo intensa presión para resolver el caso, el cual aparentemente implicó una planeación sofisticada por parte de los asesinos, por ejemplo, al asegurarse de que las cámaras en la calle estuvieran apagadas cuando sucedió el ataque.
Meses después de los asesinatos, la policía pasó dificultades para recrear la escena del crimen, cerrando una extensa franja del centro de Río de Janeiro durante un día con la idea de recolectar pistas.
Durante la investigación, hubo numerosas filtraciones en los medios de comunicación y declaraciones optimistas por parte de las autoridades acerca de cómo resolver el caso, provocando fuertes críticas de la familia de Franco y grupos de derechos humanos, que argumentaron que tales acciones redujeron las posibilidades de hacer justicia.