En la playa de Ipanema de Río de Janeiro, Paulo Vinicius estaba jugando fútbol con su sobrino de 9 años, cuando se conoció la noticia.
“Pelé representa lo mejor de Brasil: su gente, su clase trabajadora”, afirmó Vinicius, de 38 años e instructor de educación física. “Pelé le dio sentido de identidad al pueblo brasileño”.
En la ciudad costera de Santos, donde Pelé se hizo famoso, Nicolás Oliveira, de 18 años, estaba fuera del estadio junto con unas 200 personas más. Oliveira dijo que incluso las repeticiones en video de la forma en que jugaba Pelé lo colman de emoción.
“Pelé era un hombre negro del interior del estado de Minas Gerais”, recalcó Oliveira. “Estoy aquí por lo que hizo, por el fútbol que jugó, por el fútbol que mejoró y por los futuros jugadores que ayudó a moldear e inspirar”.
Everton Luz, un abogado de 41 años, lloraba fuera del hospital con una bandera del club Santos envuelta alrededor de él. Acudió directamente del trabajo para rendir homenaje al jugador cuyas actuaciones emocionaron a su propio padre y provocaron décadas de relatos.
Luz les cuenta esas historias a sus dos hijos y les muestra videos del ídolo. Recordó haber visto a Pelé en persona una vez, cuando fue a verlo en un partido en un estadio.
“Logramos acercarnos a su zona y él se despidió”, recordó Luz. “Era un ejemplo del brasileño, de lo que podíamos llegar a ser”.