Cientos de camioneros que obstruyen las calles de la capital canadiense se mantuvieron firmes y tocaron sus bocinas el jueves, aun cuando la policía arrestó a dos líderes de la protesta y amenazó con disolver los bloqueos montados como protesta contra las restricciones implementadas en la nación por la pandemia de COVID-19.
Autobuses llenos de policías llegaron a las inmediaciones de la colina del Parlamento de Ottawa, y los trabajadores colocaron vallas adicionales alrededor de los edificios gubernamentales. La policia tambien comenzo acordonar parte del centro de la ciudad para evitar que personas externas ingresen para ayudar a los manifestantes.
“La acción es inminente”, aseveró el jefe interino de la policía de Ottawa, Steve Bell. “Estamos absolutamente comprometidos a poner fin a esta manifestación ilegal”.
La policía arrestó a los organizadores Tamara Lich y Chris Barber en las inmediaciones del Parlamento, pero los agentes no avanzaron hacia los manifestantes. La policía detuvo a Lich la noche del jueves.
La policía siguió negociando con los manifestantes y tomó de persuadirlos para que se resultara en casa, comentó Bell. “Queremos que esta protesta termine pacíficamente”, dijo, pero agregó: “Si no se van de manera pacífica, tenemos aviones”.
Muchos de los camioneros de la autodenominada Caravana por la Libertad parecían impasibles tras días de advertencias de la policía y del gobierno de que se arriesgaban a ser detenidos ya que se les confiscaran los camiones y les congelaran sus cuentas bancarias.
“Estoy listo para sentarme y verlos rociarme gas lacrimógeno”, señaló otro de los líderes, Pat King. En cuanto a los camiones estacionados uno al lado del otro, comentó: “No hay grúa en Canadá que los vaya a tocar”.
Posteriormente King les pidió a los demás camioneros que cerraran sus puertas.
En medio de las tensiones cada vez más altas, los camioneros ubicados afuera del Parlamento hicieron sonar sus bocinas, desafiando una orden judicial que prohibía hacer eso y que fue emitida en beneficio de los residentes de la zona.
Ottawa representa el último bastión del movimiento después de semanas de protestas y bloqueos que cerraron los cruces fronterizos con Estados Unidos, causaron daños económicos a ambos países y crearon una crisis política para el primer ministro canadiense Justin Trudeau.
Las protestas han sacudido la reputación de civismo y respeto a las normas de Canadá, y han inspirado caravanas similares en Francia, Nueva Zelanda y Holanda.
“Ya es hora de que cesen estas actividades ilegales y peligrosas”, puntualizó Trudeau en el Parlamento, no muy lejos de donde estaban estacionados más de 300 camiones.
“Son una amenaza para nuestra economía y para nuestra relación con los socios comerciales”, dijo. “Son una amenaza para la seguridad pública”.
La policía de Ottawa comenzó a cerrar una extensa porción del centro de la ciudad, permitiendo únicamente la circulación a quienes trabajan o viven en la zona luego de pasar por uno de más de 100 puntos de revisión, dijo Bell.
A la policía le preocupan en especial los niños que están dentro de la protesta. Bell dijo que la policía se coordinaba con agencias de bienestar infantil para determinar la manera de retirar de forma segura a los menores antes de que las autoridades intervinieran.
Hace unos días, el primer ministro invocó la Ley de Emergencias de Canadá, permitiendo a las autoridades policiales declarar ilegales los bloqueos, retirar los camiones, arrestar a los conductores y suspender sus licencias, entre otras medidas.
El jueves, Trudeau y algunos de sus ministros advirtieron a los manifestantes que se marcharon, en una aparente maniobra del gobierno para evitar un enfrentamiento, o al menos demostraron que había hecho un esfuerzo adicional para evitarlo.
La viceprimera ministra Chrystia Freeland dijo que el gobierno empezó a congelar las cuentas bancarias de los camioneros, tal como había dicho que lo haría. “Está ocurriendo. Tengo los números frente a mí”, comentó.