El problema radica en que, además, no se toma ninguna medida ni se asume responsabilidad por ello, influyendo con su actitud a las personas que los rodean.
El estilo de vida actual es exigente, inevitablemente todos en algún momento nos hemos quejado de algo o de alguien. La queja es una reacción natural que permite liberar tensión en situaciones dolorosas y complejas, pero en algunas ocasiones sin que lo notemos nos roba las buenas vibras.
Las buenas energías son vulnerables ante las quejas constantes: No está mal quejarse, pero no podemos vivir recriminando todo a diario. Es cordial ser empático, pero no es buena idea escuchar por mucho tiempo a aquellas personas que se quejan todo el tiempo y nunca son capaces de ver lo positivo de las cosas.

Escuchar a aquellos que se viven quejando es más perjudicial de lo que imaginamos. Su actitud llega a ser tan tóxica y manipuladora que nos hace pensar que somos insensibles o egoístas por el hecho de no querer continuar en la misma situación.
Las personas tóxicas y quejumbrosas se presentan como la víctima y viven constantemente de esta manera. Quejarse a menudo es un hábito consciente o inconsciente con el que viven muchas personas, ya sea en el ámbito laboral, familiar o de pareja.
A nuestro alrededor existen personas que quieren generar culpa, compasión o solidaridad hacia ellos mismos, haciéndonos sentir que es obligación sentirse como ellos se sienten.
Las consecuencias de rodearse de personas que se quejan todo el tiempo, es que comenzamos a sentir una carga que no deberíamos llevar.

Sentimientos como la frustración, la culpa y la tristeza modifican algunos procesos que liberan hormonas como el cortisol (la “hormona del estrés”), incrementando la posibilidad de padecer:
—Altibajos emocionales
—Pensamientos negativos
—Disminución de la concentración
En la vida no todo sale como queremos, es por eso que nos toca enfrentar retos y de nada sirven la frustración y la amargura. Toda esa energía que usamos al quejarnos es la que precisamente necesitamos para seguir adelante. No podemos pretender solucionar la vida de los demás, pero si necesitamos generar cambios propios.
Lo mejor es tomar distancia de las personas tóxicas que pretenden manipularnos, cuando menos les prestemos atención mejor será nuestro diario vivir.
Podemos hacerles entender que el problema es suyo y puede ser el resultado de su actitud.
Si tenemos un amigo o familiar quejándose a cada momento, es necesario que pongamos límites para evitar que toda negatividad interfiera en nuestra propia vida.
Un estudio realizado por el Departamento de Psicología de la Universidad de Pekín demostró que las emociones de otros llegar a transmitirse en el entorno e influyen en el estado de ánimo de los que le rodean.
Rodéate de gente positiva y olvida el negativismo”.