Ese día ella junto a toda su familia salieron corriendo cuando vieron una nube negra que parecía absorberlos. Entre los gritos de los vecinos, los llantos, se escuchaba claramente “el volcán… el volcán, corran”. La familia Hernández salió de la casa, pero en el camino las toneladas de cenizas los dejaron sin opción, varios miembros de su familia y vecinos no sobrevivieron.
Dulcita y su abuela Vitalina Hernández sobrevivieron, pero sus hermanos no lo lograron. A pesar de quedar con vida, las quemaduras que recibió la menor fueron tan graves, que tuvo que gestionarse un tratamiento para tratar las quemaduras en Estados Unidos.
Yo vivía en la aldea San Miguel Los Lotes desde los 7 años, y jamás pensamos que pasaría algo así, perdí a mis nietos, y yernos” dijo Vitalina Hernández, sobreviviente.
Luego que recibir injertos, retornó a Guatemala, junto a su abuelita y vecinos para volver a comenzar de cero. Ella y más todos los damnificados de Chimaltenango, Escuintla y Sacatepéquez llevaran para siempre en sus memorias el 3 de junio del 2018.
CONRED reporta que esta catástrofe dejo a más de 300 personas fallecidas. El material piroclástico destruyó aldeas, caseríos y colonias aledañas al coloso. La erupción fue catalogada como la más grande desde 1974.
Actualmente, Dulcita y su abuelita, junto a 35 familias damnificadas por la erupción del Volcán de Fuego viven un unas viviendas donadas por el gobierno y organizaciones gubernamentales.