El terremoto por el caso del beso forzado de Luis Rubiales, visto como el ‘MeToo’ del fútbol español, demuestra, según expertos, que el machismo ya no tiene cabida en este país, un referente en materia de feminismo.
Negándose a dimitir pese a la catarata de críticas y pedidos para que se apartara del cargo, Rubiales atacó el “falso feminismo” y dijo estar dando “una lección de vida” a sus tres hijas presentes en el público, en un discurso aplaudido por un auditorio compuesto en su mayoría por hombres.
Un macho a la antigua
Unas palabras, retransmitidas en directo al mundo entero, que impresionaron a Inés Alberdi, socióloga especialista en derechos de las mujeres.
El escándalo, convertido en asunto de estado, “muestra la línea generacional y cultural entre profundas tradiciones de machismo y el progresismo más reciente que ha puesto a España a la vanguardia europea en cuestiones de feminismo e igualdad”, escribió el New York Times, uno de los varios medios internacionales que se han ocupado del asunto.
Reacciones
Para la profesora de sociología de la Universidad Complutense de Madrid, Aina López, la respuesta contundente de la sociedad española muestra que este caso marcará “un antes y un después”.
Rubiales representa “una voz del pasado” que critica a “cierto feminismo” porque es consciente de “que ya no puede hablar mal del feminismo en general”, señaló López.
El lunes, centenares de mujeres se manifestaron en el centro de Madrid al grito de “no es un pico, es una agresión” y la fiscalía abrió una investigación preliminar contra Rubiales por un “presunto delito de agresión sexual”.
Gran cambio de paradigma
Pero un cierto machismo se niega a desaparecer y recientemente se rompió el consenso político que reinó por años en la lucha contra la violencia de género, con la irrupción del partido ultraconservador de extrema derecha Vox.
España, “históricamente, ha sido un país muy machista y es la primera vez que una sociedad muy ampliamente se pone en contra y dice: ‘No, esto no lo podemos admitir’. Está sirviendo de advertencia”, concluyó Marina Subirats.