El “ecoimpuesto” con un valor de entre 1,50 euros (1,70 dólares) y 18 euros (20 dólares) se aplicará a la mayoría de los vuelos que despeguen de Francia, dijo Elisabeth Borne.
Las únicas excepciones serán para los vuelos nacionales a Córcega y los territorios franceses en el extranjero, así como vuelos de conexión que pasen por Francia. No aplicará a los vuelos que lleguen a Francia.
Los precios de las acciones en Air France/KLM y las aerolíneas de bajo costo EasyJet y Ryanair cayeron tras el anuncio.
La Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA), que favorece un sistema que permite a las aerolíneas compensar sus emisiones pagando esfuerzos de reducción de emisiones en otras partes, calificó de “equivocado” el cargo al boleto francés.
“Los impuestos nacionales no harán nada para asistir a la industria aeronáutica en sus esfuerzos de sustentabilidad”, dijo el vocero de IATA Anthony Concil, y advirtió que en lugar de ayudar a las aerolíneas a invertir en combustibles y tecnología más limpios podría terminar perjudicando a la industria aeronáutica francesa y arriesgando empleos.
Sin embargo, la medida fue bien recibida, aunque con cautela, por los ambientalistas que argumentan que la industria aeronáutica tiene que reducir sus emisiones como parte de un esfuerzo mayor para combatir el cambio climático.
“Por sí sólo esto no hará mucho, pero al menos es un reconocimiento del gobierno francés de que se requiere más”, dijo Andrew Murphy, un experto en viajes aéreos en el grupo basado en Bruselas Transporte y Medio Ambiente.