Durante más de 40 años, el sanador espiritual Joao Teixeira de Faria atrajo a personas de todo el mundo a esta pequeña ciudad en el centro de Brasil ofreciendo tratamientos para todo, desde la depresión hasta el cáncer.
Su trabajo ha sido tan elogiado -Oprah Winfrey dijo que De Faria era “inspirador” durante su visita en 2012- como escudriñado. Ahora, De Faria, conocido como “Joao de Deus” o “Juan de Dios”, tiene problemas con la ley.
Desde diciembre, más de 250 mujeres, entre ellas su hija, lo han acusado de supuestos abusos que van desde ser manoseadas durante los tratamientos hasta la violación. Las acusaciones, que cada vez son más, convierten al sanador espiritual de 77 años en la primera figura importante de Brasil en ser exhibida en la era del movimiento #MeYoo (#yotambién), que ha tardado en despegar en el país más grande de Latinoamérica a pesar de los innumerables problemas con la igualdad de género.
Mientras tanto, las personas en Abadiania, a dos horas y media en automóvil al occidente de la capital del país, Brasilia, están estupefactas. Y también temen por su futuro sin De Faria.
“Todos en Abadiania dependían del trabajo de Joao”, dijo Claudia Pruja, propietaria de una pequeña posada y que también trabajaba como asistente de De Faria. “No tenemos una playa. Esto no es Copacabana”.
En efecto, el impacto de De Faria ha sido tal que gran parte de la acaudalada “nueva” parte del pueblo, construido desde que el sanador abrió su clínica en 1976, contrasta con la más vieja y decadente: hay coloridas casas, calles limpias, hoteles con cajeros automáticos en su interior -algo inusual en las pequeñas ciudades brasileñas- así como boutiques que agasajan a los turistas y policía en patrullaje constante.