El ministro de Defensa ruso, Sergei Shoigu, dijo a Putin el jueves que el resto de la ciudad más allá de la enorme planta metalúrgica de Azovstal, donde están atrincheradas las últimas fuerzas de Kiev, ha sido “liberado”, el término que emplean las autoridades rusas para las zonas de Ucrania que han tomado. El mandatario elogió la operación calificándola como un “éxito”.
Dejar la planta en manos ucranianas priva a los rusos de la posibilidad de declarar una victoria total en Mariúpol. La toma de la ciudad tiene una importancia tanto estratégica como simbólica.
El alcance del sufrimiento en la ciudad la ha convertido en un foco de interés global. Además, su caída privaría a Ucrania de un puerto vital, completaría una conexión terrestre entre Rusia y la Península de Crimea y liberaría tropas para movilizarlas a otras zonas del Donbás.
Shoigu dijo que la planta siderúrgica “bloqueada de forma segura”.
Las declaraciones de Putin y Shoigu parecían dirigidas a reflejar un cambio en estrategia en Mariúpol, donde hasta ahora los rusos se habían mostrado decididos a tomar cada centímetro de la ciudad. Pero no estaba claro qué supondría en la práctica.
Las autoridades ucranianas no hicieron comentarios sobre los mensajes de Moscú, aunque antes habían anunciado que cuatro autobuses con civiles habían logrado escapar de la ciudad tras varios intentos infructuosos. Miles de personas seguían en la ciudad, reducida a escombros en gran parte tras casi dos meses de asedio. Se teme que unas 20.000 personas han muerto en ese periodo.
La vice primera ministra de Ucrania, Iryna Vereshchuk, dijo que el jueves se haría otro intento de evacuar civiles de Mariúpol, aunque no estaba claro cómo afectarían las declaraciones de las autoridades rusas a esos planes.
En Kiev, el presidente del gobierno de España, Pedro Sánchez, y la primera ministra de Dinamarca, Mette Frederiksen, se sumaron a otros lideres europeos que han visitado la ciudad en muestra de apoyo. Tenían previsto reunirse con el presidente de Ucrania, Volodymyr Zelenskyy, que advirtió en un mensaje en video durante la noche que los rusos “no abandonan sus intentos de lograr al menos alguna victoria al lanzar una nueva ofensiva de gran escala”.
“Occidente se muestra unido para apoyar al pueblo ucraniano”, dijo Frederiksen en un comunicado.
Mientras tanto, el Kremlin dijo que había presentado un borrador con sus exigencias para poner fin a la guerra y Occidente se apresuraba a suministrar a Ucrania armas de mayor potencia para hacer frente a la nueva ofensiva rusa para apoderarse del este industrial del país.
En un comunicado el jueves, el Ministerio británico de Defensa dijo que Rusia probablemente quiere mostrar éxitos significativos antes de sus celebraciones del Día de la Victoria el 9 de mayo. “Esto podría afectar a la rapidez y contundencia con la que intentan operar hasta esa fecha”.
La policía de la región de Kiev dijo el jueves que se habían encontrado dos fosas comunes con nueve cuerpos en la ciudad de Borodianka, al noroeste de la capital ucraniana.
Según Andriy Nebytov, jefe de la policía regional, entre los “civiles asesinados por los ocupantes rusos” había dos mujeres y un adolescentes. Las tumbas se descubrieron el miércoles.
“Quiero destacar que esas personas son civiles. El ejército ruso disparó deliberadamente a civiles que no opusieron resistencia alguna y no suponían ninguna amenaza”, dijo Nebytov, quien agregó que algunas de las víctimas parecían haber sido torturadas.
En un momento de intensas tensiones globales, Rusia reportó el primer lanzamiento de prueba exitoso de un nuevo tipo de misil balístico intercontinental, el Sarmat. El presidente Vladimir Putin se jactó de que puede superar cualquier sistema de defensa antimisiles y hacer que aquellos que amenazan a Rusia “lo piensen dos veces”. Por su parte, el jefe de la agencia aeroespacial estatal rusa dijo que el lanzamiento desde el norte ruso era “un regalo para la OTAN”.
El Pentágono señaló que la prueba era de “rutina” y que no se consideraba una amenaza. .
En el campo de batalla, Ucrania indicó que Moscú sigue organizando ataques en el este, buscando puntos débiles en las líneas defensivas ucranianas. Rusia dijo que lanzó cientos de misiles y ataques aéreos sobre blancos que incluían concentraciones de tropas y vehículos.
El objetivo declarado del Kremlin es la captura del Donbás, la región oriental mayoritariamente de habla rusa que alberga minas de carbón, plantas metalúrgicas y fábricas de equipo pesado. Separar al Donbás de Ucrania le daría a Putin una victoria muy necesaria tras dos meses de guerra y el fallido intento de tomar la capital, Kiev.
El Ministerio británico de Defensa dijo que las fuerzas rusas avanzaban en el Donbás hacia Kramatorsk, que sigue sufriendo ataques persistentes.
El gobernador de Luhansk dijo que las fuerzas rusas controlan el 80% de su región, una de las dos que forman el Donbás. Antes de que Rusia invadiera el 24 de febrero, el gobierno de Kiev controlaba el 60% de la región de Luhansk.
El gobernador, Serhiy Haidai, dijo que tras tomar la pequeña ciudad de Kremennaya, las fuerzas rusas amenazan las ciudades de Rubizhne y Popasna. Instó a todos sus habitantes a evacuar de inmediato.
“Los ocupantes controlan sólo partes de estas ciudades, sin poder llegar hasta el centro”, dijo Haidai en la app de mensajería Telegram.
Los analistas han advertido que la ofensiva en el este podría convertirse en una guerra de desgaste, ya que Rusia se enfrenta a las tropas ucranianas más experimentadas y curtidas en batalla, que llevan ocho años combatiendo a separatistas prorrusos en el Donbás.