21 estudiantes murieron y decenas más resultaron lesionadas por la explosión de un carro bomba en una academia de policía de la capital de Colombia el jueves.
El suceso evocó los ataques vistos durante los capítulos más sangrientos del conflicto guerrillero en el país.
Justo después del ataque perpetrado a media mañana, el más grande contra una instalación policial o militar en la capital en más de una década, reinaba el caos afuera de la Escuela de Policía General Santander.
Videos publicados en redes sociales muestran a oficiales de policía llevando a colegas lesionados en camillas a lo largo de una calle llena de escombros y cadáveres despedazados. A la distancia se puede ver la estructura de acero que quedó del camión que se utilizó para el ataque todavía en llamas, mientras se escuchan las sirenas de las ambulancias que se acercan al lugar.
El presidente Iván Duque se encontraba en un estado del occidente del país y regresó de inmediato a la capital con sus principales asesores militares para supervisar la investigación policial.
El fiscal general Néstor Martínez dijo que el ataque fue perpetrado por un hombre llamado José Aldemar Rojas que conducía la camioneta pick-up cargada con 80 kilogramos (175 libras) de pentolita. Agregó que el último mantenimiento oficial del auto fue hace aproximadamente seis meses en el estado oriental de Arauca, en la frontera con Venezuela.
“Es un ataque no sólo contra la juventud, ni contra la fuerza pública, ni contra nuestros policías solamente. Es un ataque contra toda la sociedad”, dijo Duque en un breve comunicado tras revisar el lugar de la explosión. “El demencial acto terrorista no quedará impune”.
La policía dijo que al menos nueve personas murieron, mientras que el Ministerio de Salud de Bogotá informó que 54 resultaron lesionados. Entre los fallecidos hay un ciudadano panameño y uno ecuatoriano.
Las autoridades de salud de Bogotá hicieron un llamado para que los residentes donaran sangre en uno de los cuatro puntos de recepción en la capital para ayudar a atender a los lesionados, la mayoría de los cuales fueron llevados a un hospital policial.
Durante décadas, los habitantes de Bogotá vivieron con el temor de ser víctimas de ataques de los rebeldes izquierdistas o del cártel de Medellín de Pablo Escobar. Sin embargo, al tranquilizarse el conflicto en Colombia, la seguridad ha mejorado y los ataques son menos frecuentes.
Aunque las autoridades todavía deben determinar quién es el grupo tras el ataque y ninguno se ha adjudicado la responsabilidad, la atención se centró en el Ejército de Liberación Nacional (ELN), que han intensificado sus ataques contra policías en Colombia durante un punto muerto con el conservador Duque sobre cómo reanudar las conversaciones de paz.
Algunos mandatarios extranjeros han condenado el ataque, al igual que excomandantes de las disueltas FARC.