Hoy, en medio de advertencias por parte de Ucrania de que Rusia pretende organizar un referéndum manipulado para transformar el territorio en una “república popular” pro-Moscú, parece que los locales solían estar en lo correcto.
Después de que las fuerzas rusas se retiraran de las zonas ocupadas que rodean a Kiev a principios de abril, abandonaron su paso escenas de horror y poblaciones traumatizadas.
Pero en Jersón —una ciudad grande con una importante industria de construcción naval, situada en la confluencia del río Dniéper y el Mar Negro, cerca de la Crimea anexionada por Rusia_, las fuerzas de ocupación han tomado un rumbo diferente.
Si bien la ciudad se ha librado hasta ahora de las atrocidades que se han cometido en otros lugares, la vida cotidiana está lejos de ser normal.
Cuando Rusia ocupó Jersón y sus alrededores, se cortaron todos los accesos. Ahora Jersón sufre una grave escasez de medicamentos, de dinero en efectivo, de productos lácteos y de otros alimentos, por lo que los funcionarios ucranianos advirtieron que la región podría sufrir una “catástrofe humanitaria”.
Rusia tiene bloqueada toda la ayuda humanitaria excepto la suya, la cual reparten las tropas ante las cámaras de la televisión estatal rusa, y que muchos residentes se niegan a aceptar.
Al no poder entregar dinero en efectivo a los bancos de Jersón, la circulación de la moneda de Ucrania, el grivna, se reduce, y las dañadas redes de comunicación hacen que los pagos con tarjeta de crédito a menudo no se realicen.
Los canales de televisión ucranianos han sido bloqueados y reemplazados por canales estatales rusos. Además, existe un toque de queda estricto.
Sus habitantes creen que los soldados rusos todavía no han sitiado o aterrorizado la ciudad —como hicieron en Bucha y Mariúpol— porque están planeando celebrar un referéndum para crear la llamada “República Popular de Jersón”, como los territorios separatistas prorrusos del este de Ucrania.
Según observó este mes la defensora del pueblo de Ucrania, Lyudmila Denisova, ya se están imprimiendo las papeletas para una votación que se llevará a cabo a principios de mayo.
El viernes, en un discurso a la nación, el presidente Volodymyr Zelenskyy acusó a Rusia de preparar un referéndum orquestado en la ciudad, y pidió a los habitantes de Jersón que tuvieran cuidado con los datos personales que compartirían con los soldados rusos, advirtiendo que podría haber intentos de falsificar los votos. “Esto es una realidad. Tengan cuidado”, manifestó.
El alcalde de Jersón, Igor Kolykhaiev, se sumó a este cúmulo de advertencias, diciendo en una entrevista de Zoom en la televisión ucraniana que tal votación sería ilegal, ya que Jersón sigue siendo oficialmente parte de Ucrania.
Rusia mantiene silencio sobre cualquier plan de celebrar un referéndum en Jersón, y el viceministro de Asuntos Exteriores, Andrei Rudenko, dijo esta semana que no conocía ninguna propuesta al respecto.
Pero hay motivos de preocupación. En 2014, un polémico referéndum en Crimea en el marco de la anexión rusa fue considerado por muchos como fraudulento, con resultados que mostraron que casi el 97% de los votantes apoyaron la adhesión a Rusia.
Esta semana, una serie de acciones por parte de las tropas rusas han agravado la creciente sensación de pánico en Jersón.
El alcalde informó el lunes en las redes sociales que los soldados rusos habían tomado el Ayuntamiento, donde ya no ondeaba la bandera ucraniana. El martes, los rusos sustituyeron al alcalde por una persona designada por ellos.
Por su parte, un prominente comandante ruso, el general de división Rustam Minnekayev, anunció planes para tomar el “control total” del sur de Ucrania y del Donbás, el corazón industrial de Ucrania y con una población mayoritariamente de habla rusa, con el objetivo de establecer un corredor terrestre hacia Crimea.
Además, la inteligencia militar ucraniana informó que Rusia pretende movilizar por la fuerza a la población local, incluidos los médicos, en los territorios ocupados del sur para que apoyen la campaña militar rusa.
Jersón es una ciudad de importancia estratégica y la puerta de entrada a un control más amplio del sur.
Desde Jersón, Rusia podría lanzar una ofensiva más potente contra otras ciudades del sur, incluidas Odesa y Krivy Rih.
Con la ocupación de la región de Jersón, Rusia también se mantendría el acceso al Canal de Crimea del Norte. Tras la anexión, Ucrania cortó el agua del canal, que fluye desde el río Dniéper hasta Crimea y que anteriormente abastecía el 85% de las necesidades de la península.
Volodymyr Fesenko, analista político del Penta Center de Kiev, afirma que el comportamiento más clemente de los militares rusos en Jersón se debe a que allí están desplegadas unidades originarias de Crimea y separatistas de Donetsk y Luhansk, que son de etnia ucraniana o tienen estrechos vínculos con la región. “Por lo tanto, no ha habido atrocidades”, dijo.
Sin embargo, la situación en la región rodeada de Jersón cuenta una historia muy diferente, con informes diarios de secuestros, torturas, asesinatos o violaciones. Miles de personas se han visto privados de electricidad, agua y gas.
“La situación en la región de Jersón es mucho peor y mucho más trágica”, dijo Oleh Baturin, periodista local. “Jersón es una ciudad grande y no hay tantos soldados. Es más fácil para ellos tomar el control de los pueblos; están indefensos”.
Los soldados rusos también han secuestrado a activistas locales, periodistas y veteranos de guerra, según Kolykhaiev, el alcalde de Jersón, quien dijo que más de 200 personas han sido raptadas.
Entre ellas se encuentra Baturin, quien fue secuestrado cerca de su casa en Kajovka, a 90 kilómetros (60 millas) al este de Jersón. El periodista iba a reunirse con un conocido de otro pueblo cuando un grupo de soldados rusos lo atacó en la estación de tren. Lo mantuvieron aislado durante una semana, dijo Baturin, interrogándolo todos los días; los soldados le pidieron los nombres de los organizadores de las protestas contra la ocupación, así como de los soldados y veteranos locales. Podia oir sonidos de tortura de otras celdas.
Tras su liberación, huyó del territorio ocupado con su familia.
A pesar del gran riesgo, durante las primeras semanas de la ocupación, miles de manifestantes se reunieron a diario en la plaza principal de Jersón, envueltos en banderas ucranianas y con pancartas que proclamaban: “Esto es Ucrania”. Los videos publicados en redes sociales mostraban a la gente gritando contra los tanques rusos y los soldados duros armados. Ahora las protestas se realizan semanalmente, y el miércoles, las tropas rusas utilizaron gases lacrimógenos y granadas aturdidoras para dispersarlas.
También se ha encontrado cierta resistencia ucraniana. En lo que pareció ser un contraataque ucraniano, una serie de explosiones sacudieron la torre de televisión a última hora del miércoles, dejando temporalmente fuera de servicio a los canales rusos, según información de las organizaciones de noticias ucranianas y rusas.
Sin embargo, se percibe una sensación creciente de inquietud entre los residentes de la ciudad. El alcalde Kolykhaiev dijo que, después de las advertencias sobre un referéndum y una movilización rusa, ha habido prisa por salir. “Las filas de personas que quieren abandonar nuestra ciudad han crecido hasta los cinco kilómetros”, dijo, añadiendo que alrededor de un tercio de los 284.000 habitantes de antes de la guerra ha huido.
El lunes por la noche, Kolykhaiev escribió en Facebook que soldados rusos armados habían entrado en el edificio del Ayuntamiento de Jersón, se habían llevado las llaves y habían reemplazado a los guardias con elementos suyos.
El martes, el alcalde volvió a publicar, diciendo que se había negado a cooperar con la nueva administración nombrada por el comandante militar regional ruso, Oleksandr Kobets.
“Me quedo en Jersón con el pueblo de Jersón”, escribió. “Estoy con ustedes”.