Lo acusaron de brujo y lo quemaron vivo. Así de cruenta fue la muerte del herbalista, científico maya y guía espiritual Domingo Choc Che, cuya muerte, el pasado fin de semana impactó a distintos sectores.
El presidente Alejandro Giammattei figura entre quienes han lamentado su deceso y el Ministerio Público ya busca a los responsables, pero ¿quién era este hombre?
Originario de aldea Chimay, cerca de San Luis, Petén, el abuelo Domingo o Tata Domingo, era integrante de la Asociación de Concejos de Guías Espirituales Releb’aal Saq’e’ (ACGERS).
Así lo indicó Mónica Berger, directora de la unidad de Antropología Médica de la Universidad del Valle de Guatemala, quien lo conoció hace 10 años.
Era un gran Ajilonel, un maestro herbalista, un científico maya experto en medicina natural”, escribió la académica, en su cuenta de Facebook.
Proyección internacional
El interés y compromiso de Choc por preservar y transmitir el conocimiento ancestral sobre el uso medicinal de diversas especies, lo llevaron a formar parte de un equipo de científicos mayas, guatemaltecos y europeos que trabajaba en dos proyectos de investigación, junto con la Universidad de Zurich, en Suiza; University College London, en Inglaterra, y Universidad del Valle de Guatemala.
Hace tan solo unos meses, el Abuelo Domingo caminaba por el bosque aledaño a su comunidad con nuestro equipo de la Unidad de Antropología Médica, en un viaje etnobotánico para identificar especies de plantas medicinales”, narró Berger.
Contó, además, que el guía maya le apoyaba en un inventario de especies medicinales para poder documentar y proteger el conocimiento Q’eqchi’ y también estaba ayudando a escribir un libro en el que quedaría la evidencia de la ciencia herbal de ese pueblo maya.
Como parte de sus proyectos estaba la creación del Popol Jay de Poptún, la Gran Casa del Concejo, la cual incluía la implementación de un jardín botánico, para preservar las especies medicinales que están amenazadas por la destrucción de Petén.
El Abuelo Domingo ha sido convertido ahora en un mártir, ante el grotesco asesinato público al que fue sujeto”, escribió Berger, quien, al igual que otros profesionales, líderes espirituales y de la sociedad civil, piden justicia por su crimen.