El acoso sexual junto con otras formas de violencia sexual en los espacios públicos, tanto en entornos urbanos como rurales, son un problema cotidiano al que se enfrentan las mujeres y niñas en todos los países del mundo.
En Guatemala, los diferentes casos de violencia que se han dando a conocer este comienzo de año, se han abordado desde el ámbito judicial, pero según la psicóloga Nora Matute, también debe hablarse del daño emocional, psicológico y social que tiene una victima.
Emocional
La experta, explica que una mujer que sufre violencia sexual en espacios públicos, desde comentarios y gestos desagradables de índole sexual hasta la violación y el femicidio. Existe un gran temor de andar en las calles, en el transporte público, las escuelas, los lugares de trabajo, etc.
El acoso genera depresión en las mujeres, a tal punto que pueden pensar en el suicidio, cuando son niñas y adolescentes, perjudica hasta lo académico, viven con el sentimiento de temor y desconfianza en todo momento”, apunta.
Psicológico
La ansiedad, trastorno del sueño e incluso cambios en la alimentación, son algunas características que presentan las mujeres que han vivido violencia sexual.
Matute, recomienda que cada caso sea tratado con expertos en el tema, ya que volver a tener una vida normal, puede costar años e incluso, generar secuelas toda la vida.
Social
Otra consecuencia que señala la experta, es que el acoso callejero reduce la libertad de circulación de las mujeres y niñas. Limita su capacidad de participar en la educación, el trabajo y la vida pública. Esto dificulta su acceso a servicios esenciales y el disfrute de actividades culturales y recreativas, afectando negativamente a su salud y su bienestar.
Hay mujeres que cambian por completo su forma de relacionarse con la sociedad, hasta su forma de vestirse, comportarse y presentar problemas en las relaciones con amigos o pareja”, destaca.
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