Lizandro Acuña, experto en seguridad del Instituto de Problemas Nacionales de la Universidad de San Carlos de Guatemala (IPNUSAC), analizó el reciente caso de un joven de 14 años, que fue desmembrado y cuya cabeza y cuerpo fueron abandonados en distintos sectores de la zona 18.
El entrevistado indicó que según datos de necropcias, que maneja la Policía Nacional Civil (PNC) y el Instituto Nacional de Ciencias Forenses (Inacif); el 90% de los casos de desmembramiento se da entre pandillas, tanto rivales como entre ellas mismas y el hecho de dispersar los miembros en diferentes lugares, tiene un mensaje.
En una pandilla la traición se paga con muerte. “Estos actos llevan un referente simbólico. A lo interno de la pandilla existe un nivel jerárquico que se tiene que respetar y quien infrinja esa jerarquía y esos métodos de control pues obviamente va a pagar con la muerte”.
“No se pueden descartar acciones del crímen organizado para desaparecer evidencias, pero muchas veces actúa de maneras distintas pues no dejan restos de las personas desmembradas en distintas zonas”, destacó.
Desmembramiento y extorsión
Como un mensaje hacia los mismos integrantes de la pandilla, continúa Acuña, se da el desmembramiento, pero la distribución de los miembros en diferentes puntos, lleva otro mensaje: “No son distribuidos al azar, sino que se utiliza con método estratégico de hacerlo por ejemplo en la zona donde se está generando la extorsión. También lleva un mensaje social a las personas que están siendo extorsionadas, que si se niegan a pagar pagarán con su vida.”
Incremento de casos
Acuña señala que el caso de desmembramientos incrementó a partir del 2013 debido a que más mujeres se integran a las maras. Estas agrupaciones son machistas y ven a la mujer como objeto, “y cuando una mujer quiere dar un salto a un nivel jerárquico ya representa una amenaza y por ello paga con su vida, con estos hechos atroces.