El presidente Rodrigo Duterte y sus asesores militares visitaron el lunes la catedral del sur de Filipinas donde milicianos islámicos detonaron bombas que dejaron al menos 20 muertos y más de 100 heridos.
El primer estallido hizo que la gente, algunos heridos, salieran de la iglesia por la puerta principal. Policías y soldados corrían hacia adentro cuando explotó la segunda bomba un minuto después. Las explosiones sacudieron las bancas del salón principal, rompieron las ventanas de vidrio y lanzaron restos humanos y escombros hasta la plaza enfrente de la Catedral de Nuestra Señora del Monte Carmelo, dijeron testigos.
El ataque ocurrió en la capital provincial de Sulu, en la isla Jolo, donde milicianos de Abu Sayyaf han perpetrado ataques con bombas, secuestros y decapitaciones durante años. Estos milicianos están alineados con el grupo Estado Islámico, que reivindicó los ataques.
Duterte ordenó que las fuerzas armadas aplastaran a Abu Sayyaf. El grupo tiene entre 300 y 400 miembros, la mayoría en Sulu, donde tiene varios filipinos y extranjeros secuestrados.
El presidente luego se reunió con familiares de las víctimas en un campamento militar en Jolo, donde había ataúdes formados en línea horizontal.